José Valverde Yuste

RECOGIDA DE LA ACEITUNA

RECOGIDA DE LA ACEITUNA

 

Cuando la luna se acuesta 

Y el sol empieza a andar 

una pareja y su hijo

tienen su alegre despertar.

 

Camino del tajo van saludando

al cauce del río 

que los acompañará

hasta una empinada cuesta

que han de tomar.

 

Saludan al rocío,

que triste está

porque el sol pronto lo secará

 

A los limoneros, que destilan 

felicidad, pronto el sol con sus rayos 

los calentará y ahuyentará la cansina humedad

que los invade durante la nocturnidad.

 

Así caminando van 

y las estrellas los miran

con delicadeza y complicidad.

 

El hijo va en bandeja de plata,

encima del animal, 

su padre agarrado a la cola, 

de tracción mecánica le servirá

su madre, con su cansino andar, 

quiere saludar al sol 

cuando empiece a clarear, 

a la cola de la comitiva está.

 

Cuando llegan, al olivar,

les espera esos monstruos de la antigüedad 

con sus lanzas mirando hacia el cielo 

y sus troncos te cuentan historias de épocas

que nadie se acuerda ya.

 

La tarea va a empezar, , 

el padre con su vara 

se pelea con el monstruo

que llora desconsolado

por perder su fruto y su dignidad.

 

El hijo y la madre, 

cogiendo el fruto desperdigado y  terso;

las aceitunas han volado, botado 

y al final se han rendido 

en un pequeño vado que la tierra ha creado.

 

Una a una se ha de coger 

con los dedos, cuan pinzas de mujer; 

es el invierno, cuando la escarcha

y el hedor nos comía el aliento

 y, las manos doloridas chillaban del frío.

 

El Dios del fuego viene en nuestra ayuda 

con  sus amantes idílicos, 

la llama y los chasquidos,

crearán columnas de humo

que se dirigen al cielo.

 

Al padre piden clemencia,

para que estas manos doloridas 

resuciten y puedan continuar 

con su despiadado trabajo.

 

Así un día tras otro

los pobres se ganan el sustento

y no es un cuento, es algo vivido 

que no se borra de mi pensamiento.

 

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