En el lienzo del silencio se dibuja la quietud,
donde las palabras se disuelven en la soledad.
Un suspiro callado, como eco en la inmensidad,
un poema sin versos, en la paleta de la virtud.
En el silencio hallamos un universo callado,
donde se escuchan susurros de la eternidad.
Cada pausa es un poema dentro de una realidad
que se revela en el arte del silencio cultivado.
Las sombras bailan en la ausencia de sonidos,
como hojas que caen en bosques más prohibidos.
El silencio, maestro de la introspección,
teje en el alma una profunda reflexión.
En el silencio encuentro mi propia melodía,
una sinfonía de pensamientos que me guía.
Entre pausas y siluetas de un anhelo,
se escribe un poema en un libro que deshielo.
Así, en la quietud, las palabras se tornan
en ecos que resuenan en el alma que retorna.
El silencio, un poema sin tinta ni papel,
es una canción escrita al corazón con un pincel.