Sierdi

EXPERIENCIA CON ÉL

 

Entré, en la casa del Dios viviente.

A dos pasos, camino de hombre corriente.

Amaneció de nuevo en mi larga noche.

No hubiera temido, así fueran las doce.

 

Sus mansos ojos abrieron mis carnes.

Escalando mi corazón sin ningún arnés.

 

Me hablo diferente.

Con un susurro ardiente.

 

Su voz dulce, olfateo mis pieles.

Efluvios distintos, mejor que las mieles.

 

Antes de sesenta porciones en pos…

Ya había olfateado mis pieles, sin temor.

Y su santísimo elixir, oteado mis sentidos.

Libertando todos los reflejos de mis días venidos.

 

Todo este relato, es fiel y sincero.

Lo demás queda guardado en lo profundo de mi tintero.