Raiza N. Jiménez E.

Pianos y Castillos.-

En la vieja casona, había unos ruidos muy extraños.

Ningún adulto quería enfrentar este patético tema.

Nadie, de noche en el Castillo, iba solo a los baños.

Dormíamos las damas todas juntas, ese era el lema.

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Muchas veces, deshabitada había sido, esta Casona.

Comenzamos a preguntar y ningún vecino, hablaba.

Todos decían qué había algo y la trama era cansona.

Mamá decía: De eso, acá no se habla y, nos callaba.

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Nadie me quita lo bailado, era muy terca y curiosa.

Una noche estábamos solos y oíamos raros ruidos.

Cierto, no eran fantasías y me torné muy nerviosa.

Vi por el ventanal y, era un ave que, hacía sonidos.

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El mayor susto, fue la Sonata, tocada en un piano.

Era justo, la Sonata Moonlight de L. V. Beethoven.

Nada de lo que me pasaba, era justamente, vano.

En verdad, nada era tomado en serio, yo era joven.

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¡En todo caso debo decir la verdad, odio los Castillos.

Y, si visito uno, me pongo la protección de mis anillos!