Raiza N. Jiménez E.

Creo en tí Jesucristo.-

Bienaventurados, esos que abrazan la vida.

Destino de dicha efímera que, vulneramos.

Ciertamente, ésta por algo, fue concebida.

¡Ah! y debemos cuidarla mientras vivamos.

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Sería mayor pena, si se llevaran, ese regalo.

Yo, sembré muchas iras; por inconsciencia.

Abusé de mi alma y todo se tornó en malo.

Toca vivir, en la serena paz de la existencia.

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La imprudencia juvenil, se saldará, al final.

También, sembré gran amor y esto si paga.

Hay que acercar el bien y, alejarse, del mal.

O sufrir porque, la llama del amor, se apaga.

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¡La Rueda de la vida, nos aviva, la conciencia.

Y, no se perdonan, las fatuas, imprudencias!