🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮

Año nuevo

Año nuevo

Ya. Ya, bajando viene con rústico dilema
el féretro que cargan los gnomos y dinteles;
se escuchan clarinetes, guitarras y laureles
cantar a un solo ritmo, se va en un poema...

Se va con un poema la historia extraterrestre
después de haber pasado caminos y manjares:
el ruego es incesante, cantar de los cantares,
anuncia que la aurora concibe a San Silvestre.

La gente estupefacta se suma a la ordenanza,
de aquellos, quienes traen, a cuesta la agonía:
y hay otros, redimidos que gritan: ¡sinfonía!
La voz de la palabra se ha vuelto una alabanza.

¿Adónde está el poeta? —pregunta el panteonero,
en cual, cuyo epitafio no deja de sangrar...
¿poeta habéis pedido, poeta has de encontrar?
—responde con grandezas un noble caballero.

Se acerca la patrulla con ritmo, aún más cruento
diciendo coro a coro: —¡la dicha está cumplida!
Esta es la nueva ruta de vieja despedida,
acércate, oh mi hermano, con fe y a paso lento

La voz aquella daba, de pronto, un gran murmullo;
los verbos y adjetivos cantaban: —¡qué tristeza!
Y mientras se acercaba la ruina y la pobreza
se oyó, cómo un estruendo bajó todo el orgullo.

Diquelan los alacos su regia servidumbre
y alzan las trompetas con toque celestial.
Mas gritan los prelados, Silvestre, sideral,
haced que al bien de todos renazca la costumbre.

La luz de un nuevo día penetra el horizonte
y pues, aquella angustia florece, de repente:
el féretro se ha ido,  ya todo es diferente;
el Dios de las alturas desciende sobre el monte.

                                    Samuel Dixon