jvnavarro

CAMINANDO HACIA LA NOCHEVIEJA

¡Ay que te veo!
¡Ay que te vas!
¡Ay que te vienes!
La Nochebuena se llevó un beso 
que deposité en su frente,
y de esta forma entramos 
como quien nada quiere
en la Navidad,
a sabiendas
de que se pegaban hostias
como panes,
en esa parte del mundo
que tiene que ver con en el Oriente.
 
Y es que me llevó 
de este casi libertinaje,
las penas de un duende
que arrastra sus cadenas
por los pasadizos de un castillo
de naipes
y en esta soledad
del alma
que así mismo se muerde,
quedan esas cosas
que si bien se leen
significa que tenemos
por delante,
tres kilos más de peso
y un desfase
en la cartilla
de la cuenta corriente.
 
Que cada cual
aguante
como pueda
lo que encima se nos viene,
ya sea un huracán
que todo lo rompe;
que un cantar de sirenas
que nos abducen
y llevan
por las islas del Peloponeso
cerca de la Creta de Teseo
y de sus laberintos infernales;
que un ligero maridaje
de algas con rayos de sol
muy calientes;
que la Nochevieja
con sus campanadas
a las doce de la noche.
 
Yo me siento abstraído
por todo lo que las Navidades
conlleva en su equipaje,
PAZ, 
que no muele panes,
guerras que son operetas
y desgobiernos de las naciones,
en manos de quienes
son poco más o menos
que botones de hoteles,
subiendo y bajando ascensores.
 
Y ahora apúntense ustedes
 a lo que quieran,
pero sepan
que aquí no apañamos trajes,
que no se hayan comprado
con tela de esta tienda
en la que solo se atiende
a clientes que demuestren
que nunca en su vida 
dudaron de los Reyes Magos de Oriente.