Tus ojos fueron en mis sonetos rosas
cubiertas de miel y almendras,
fueron algodón y lino de las prendas
que vistieron mis desnudas prosas.
Tus senos fueron en mis poemas glosas
rellenas de azúcar y canela,
que alumbraron con llamas de tus velas
la negrura de mis noches vaporosas.
Tus risas fueron en mi escritura diosas
vestidas de mazapán y hierbabuena,
regaron con astucia mi condena
cuando los folios pesaban como losas.
Tus hoyuelos fueron en mi escribir fosas
repletas de bombón y caramelo
fueron de mi tinta el fiel tintero
donde encontré las frases más hermosas.
Ya no escribo en mis noches vaporosas
sonetos a tus ojos ni a tus senos,
mis momentos de amor ya no están llenos
y vivo entre montañas procelosas.