No importa,
te irás, lo sé,
tal vez
una noche fría,
tal vez
un mediodía blanco,
o quizás
un rojo atardecer
tras el candil
taciturno del estío.
No importa,
tú siempre te vas,
remeciendo las hojas,
entreverando el aire,
derramando silencios
sobre la vasta pampa
de mi cama deshabitada.
No importa,
sé que los genios
del tiempo y la fantasía,
esos gnomos audaces
que dibujan sueños,
te traerán a mí
todas las noches;
aunque después te vayas,
inevitablemente,
con el vapor azul
de cada madrugada.