Como si Dios me hubiera dejado,
estoy cansado.
Humilde, sin ánimos de ver, de oír,
de vivir en los mares, en las avalanchas, en los ciclones.
Lejos estoy y cerca,
de los endebles sectores que no se ven,
que no se miran.
Se detiene mi corazón y mira,
se abstiene e inunda, en alguna orilla.