Cedrick

El expósito que nunca fue


Cedrick Dalla Torre Zamora

Jinotega, Octubre, 1970

Si me esfuerzo, todavía  al recordarlo

Su silueta aparece sin hacer vibrar la niebla,

Que también en  girones, sólo es recuerdo,

En aquellas calles empedradas, desparramándose

Perezosas hasta la impiedad, el algodonoso frío

Blanco y tempranero, soplando abría sus cortinas

Para dejar ver, en el viento  al contrahecho hombrecillo,

Fantasmal, arrítmico, de yámbico caminar.

 

Con un balde, entregando la leche, que Telesfora

A vender le mandaba,  al filo del desayuno pueblerino,

Y a la vez  discurría la metafísica del tiempo,

Negándole  su existencia, o, convolucionándolo

En patético cálculo, allá iba Alejandrito silbando,

Por el mismo miedo que sabía, que los demás sentían,

Acompañando así, el “no teman soy yo, Alejandrito”

Él, apedreado por interpretar a diario, un triste espanto.

 

Yo Carlos, con mis amigos, hartos chichotes le sacamos,

Su crisma era, además de fea, chichotuda y ruda,

Y sus  gritos nos quedaban adheridos como tos en el  alma,

“Soy yo, Alejandrito, por el amor a Dios, soy de este mundo”

Ya de espaldas, engullido por la bruma, gritaba, ¡Leche,leche!

Y allí iba la leche barata, pues era la que vendía Alejandrito,

Aquel que hacia que mi pandilla de chavales madrugaran

Complacidos  por la cantidad de piedras que acertábamos.

 

Salimos de Primaria y  la vieja escuela “Simón Bolívar”

Quedó sola y  muda, como novia inútilmente engañada,

Esperando las campanas y la algarabía de recreos al sol,

Su vestido de blanco,  oscureció al negro,antes que la noche,

El vendedor de leche, el de caminar lento y marinero,

Ese día se quedó tan lento, que se redefinieron los días,

El arco del reloj de la Catedral de San Juan, paró sus manecillas,

Doña Telesfora le llevó en triste caja al fondo del  cementerio.

 

Tan breve la despedida y tan luenga su existencia vana,

El caminar cansado del espectro triste, siempre  gris,¿azul?,

Un tábano impulsó la curiosidad, los gnomos nunca mueren

Pero, ¿Mañana  le veremos verdad Doña Telesfora?

Si  y no muchachos, este hombre, porque era un hombre,

Se ha ido a descansar de las húmedas calles empedradas,

Esto es sí;  y no, porque  el tiempo en este pueblo se marchó,

Así que,  Carlito, despídete sin rencor, de tu amante  padre.