En la penumbra del deseo,
donde las sombras se rozan sin pudor,
nace un lenguaje sin palabras,
una lascivia mansa,
que se desliza,
silenciosa,
persistente.
Una mirada –
fósforo que enciende la chispa.
Aroma de piel,
el éxtasis que se bebe con el aire.
La copa de vino titila en la mesa,
como un latido rojo,
mientras la música es apenas un susurro
que guía los cuerpos al borde del incendio.
Los labios ya no son labios,
son promesa,
son umbral.
La piel erizada escribe su propio alfabeto,
donde cada caricia es un signo,
cada roce, un secreto revelado sin palabras.
El sudor se convierte en joya,
adorno de cuerpos enlazados,
los latidos son un tambor,
un vals sin coreografía,
desenfrenado, necesario.
El silencio gime entre jadeos,
grita sin voz,
rompe el tiempo.
Exploradores del delirio,
buscando en los pliegues del otro
el lugar exacto
donde el amor se transforma en vértigo.
Y al final,
cuando ya no queda más que la piel en trance,
la penumbra se hace poema,
y el deseo se duerme,
saciado,
sobre un verso abierto.
A.B.A. 2023©
Amalia Beatriz Arzac
Buenos Aires – Argentina
Imagen: “El Beso” – Gustav Klimt - 1909
Óleo sobre tela – 180cmx180cm