Gustavo Echegaray

Déjenme solo

Déjenme solo esta noche,
porque alguien se llevó el sol,
y en su lugar quedaron dos luceros,
los ojos de un amor que nunca vuelve,
un amor que no se va.

¿Quién no ha sentido esa sombra tibia,
arder en un trago amargo,
perdido en el silencio,
tratando de apagar
el eco de una pena que le quema?

¿Quién no ha buscado alguna vez,
en la espuma fugaz de una cerveza,
un escondite para enterrar
los restos grises de un beso perdido,
esos besos que se fueron sin aviso?

¿Quién no quiso atraparse
en el trinar azul de una guitarra,
coger una canción
que repita su historia fría,
esa que la vida, golpe a golpe,
escribió en su pecho?

Déjenme solo esta noche,
mientras faros negros iluminan
las rocas de un mar que lleva
un amor que nunca vuelve,
ese amor que no se va.