Rafael Huertes Lacalle

Olivares, sabor amargo a gloria

Olivares, sabor amargo a gloria

 

Olivares andaluces

por los campos se remontan,

entre el polvo del camino

y veredas de la historia.

 

Centenarios de otros siglos

guardan bajo sus memorias

las heridas de una tierra

y un sabor amargo a gloria.

 

Olivares argentados,

repeinados pintan lomas;

engalanan bello el cuadro,

como el mar que agita olas.

 

y en el mar de los olivos

verde oliva son sus hojas,

su reverso cual ceniza

y en la rama una paloma,

 

blanca, cual si fuera luna

de la noche misteriosa,

cuando al término del día

con su luz nace la sombra,

 

del olivo en el silencio

con la inmensidad que emboba;

reviviendo en mí recuerdos

de la infancia que enamoran,

 

y me anegan de alegría

y, en el pecho como rosas,

van clavándoseme espinas

y una pena triste aflora

 

mientras, trenza suave el viento

el acorde de una copla,

que entonaba aquí el abuelo

con sabor amargo a gloria.

 

 

Rafael Huertes Lacalle