Asklepios

Coger de la mano

Coger de la mano

esos remansos de paz

sobre los que termina por transitar

toda sonrisa.

Los abrazos, frescos, terminan

en las palpitaciones más extremas sobre

los labios. Allí donde el verbo, una vez

totalmente embriagado,

es incapaz de decir nada más.

La tensión parece conformarse con esas incontroladas

palpitaciones que la pasión tiene, todas

desenfrenadas e ingobernables. Es entonces

cuando tienen lugar los sucesos de mayor

pureza: los momentos que se dan con la mayor

 naturalidad. Los más salvajes y de mayor verdad

que suelen acabar siendo esa parte

demasiado desatendida, pero esencial,

de todo futuro todavía en construcción.