Mercedes Bou Ibáñez

Dioses del Olimpo

 

Dioses del Olimpo

Cuartetas en rima asonante los versos pares
pero rimando el último verso
en consonante con el primero de la siguiente-.

Tunos Dioses del Olimpo
siempre vais casi en pelotas,
vaya vidorra os pegáis
trotando por esas lomas.

Sin quitar puntos ni comas
paseo por vuestro cielo,
sin comprender el porqué
disfrutáis de tantos fueros.

Afrodita casi en cueros
y Venus la manirrota
por siempre pidiendo van
que les coman la potorra.

Artemisa una pedorra
que de virgen daba el tufo,
hasta el día que la vieron
en el catre con un chucho.

Hércules presume mucho
de músculos y buen tipo,
pero vive acomplejado
por ser muy corto de pito.

Hefesto, del fuego un rito,
un gran experto en hogueras,
pero avivando la lumbre
a Hera le quemó una teta.

Y el tal Zeus, menudo jeta,
que con tal de hincar el palo,
sin vergüenza ni pudor,
se me disfraza de pato.

Me parece algo pazguato
el Apolo presumido,
que se las daba de hermoso
como el pavo del Narciso.

Y la Hestia, fregando el piso,
como chacha de familia,
pero en cosas del joder
dicen que era buen artista.

Atenea, va de lista,
presumiendo de saberes,
pero le roba las uvas
a la pánfila de Ceres.

Siempre buscando placeres
el Eros entre las mozas,
siempre pensando en joder
sin pausas y sin demora.

Y Diana, la cazadora,
era muy corta de vista,
como tonta la engañaban
cuando jugaba a la brisca.

Siempre la Hebe tan arisca
con su cara de conejo,
Heracles al desposarla
la tapó con un sombrero.

Poseidón, tan altanero,
con su tenedor gigante,
con él me haría un sofrito
de una salsa con tomate.

Y casi acabo mi cuate,
ya no sé que más decir,
pero vine a recordar
a aquel dios tan parlanchín.

El Dionisio el borrachín,
que calaron los romanos
y le cambiaron por eso
su nombre por el de Baco.

Me voy a tomar porsaco
que ya me puse cansina
y dejo en paz a estos dioses
que ya me tienen manía.

Los demás para otro día
que también tendrán lo suyo,
que más que dioses parecen
una panda de garrulos
que presumen de muy chulos
y son tan solo un montón
de jamelgos lameculos.

Mercedes Bou Ibáñez