alegazpa

El tren de los sueños

No derrocharé este momento mágico 
de sabiduría eterna que despunta por el horizonte.
Iluminado, sin más droga
que amarse al amanecer...
Jadeos sordos que calan dentro,
mientras el prado celeste se invisibiliza,
pero su expansión sigue en los corazones.
El animal embiste
y la naturaleza a ella misma se hace.
Abrazo fuerte de sexos
por una conexión eterna
tejida desde los albores,
cuando aún abrazábamos a los árboles.
La curruca y sus llamadas...
nuestro baile de gemidos a compás.
El mundo muerto 
naciendo de nuevo
en una explosión,
el principio de nuestro universo,
el sutil renacer
en nuevos amares y cantares perpetuos. 

 

Experimentamos la disolución del tiempo,
de nuestros egos...
Volvimos a ser seres animales
con el raciocinio de dioses que nos tejieron;
ángeles que despiertan en los brazos del amor.

 

Tu ser es mi arte
que hago con el amar de mi cuerpo
movido por un espíritu.
Ya casi sin cadenas...
Tú las arrancaste, mujer.
Yo solo fui complemento, la llave,
y tú la puerta, que abrí con mí,
hacia vasto y extenso universo
que mueve al ser que sueña.

 

Ahora sí...
Serenidad llega a mi vida
y el sol me alumbra.
No quiero perderme nada
de estos ecos de gloria
que me resuenan dentro del pecho...
El levante me acaricia 
y sacia al alma.
La lleva en volandas 
a los piares de estas tierras,
a los aleteos orgásmicos
de ser libres.

 

Y de cuidar una bonita realidad
desde nuestro pequeño gran y único prisma:
los hijos de las luces que aparecieron de la nada.
Cada uno en su arte
ayudando al resto a ser felices
por el módico precio
de apreciarnos.

 

Dinero secundario
puede ser buen actor
si se lava en un río
y sale limpio de sus mentiras.
Quizá la herramienta no falla
y sí la mirada que transforma:
la realidad toma forma
y todos somos costillas y costillar,
cuerpo nutrido de vacío
lleno de luceros.
Los que hoy el azul esconde
pero a mí en las letras se me destapan.

 

Siento la sierra de lo sereno,
estoy borracho del amor
de versos con mis labios a tus piernas.
Me embriagué de tu perfume, mujer.
Bebí del néctar que supuras.
Saciaste a este cabrón
que hoy berreó a tus sierras.


Cuando me pierdo en los miedos
no encuentro a la luz de esta mirada
y es cuando quiero escapar
a volar...
a tejer cuerdas invisibles de palabras
creyéndome hombre araña,
haciendo una red de amor a la mañana.
Caminos hacia el todo,
hacia el celeste azul preciado
que despierta a la alondra que soy.
Con un búho palpitante
que me hacer ser día y noche al completo.


Por fin, de nuevo, lo esencial,
la amistad de aceptar la mierda que me pierde
para que malvas florezcan
y pueda hacer crecer a mis campos.
Con estas manos.

 

Me hace ilusión poder ayudar al resto,
sentir ser parte natural
dando lo que tanto me agrada y nutre.
Transportar al lector a la maravilla que posee
después de dejar marchar a sus tormentos.
Agua sois
para mi sol
que crea arcoíris.
Y me da igual quien no valore,
encontré el camino del alma:
que este viento me guie,
que comparta el vuelo
y si gente acompaña,
acogedla para seguir regalándoles versos
que ellos crean en sus corazones con mi lectura.
Esto no es ego,
es empoderar lo que siento
y devolver la creación que le negué.
Porque cuando algo se hace por uno... 
también por un todos que somos uno.
Y el uno se vuelve el todos...
y el ser confecciona arte que somos.

 

Llamo a mi entorno
y me responden los ecos
de nuestra voces pasadas.
Logro ver amor
y es, solo, por usar palabras
de entendimiento,
de comprensión,
para construir los lazos que unen todo.


Dejamos marchar la infancia amiga que nos tejió
y solo zozobra la tempestad en nuestros corazones,
mas al final se llega a buen puerto
con el velero de vocablos bendito
que esculpe el alma
de ese texto vacío universo
donde sus letras estrelladas hablan
inspirando a los que bendicen el momento
al expresar arte que todos llevamos dentro:
el convencimiento de la realización de nuestro momento


cuando respirar 
basta para unirnos.