Raiza N. Jiménez E.

Ecos de la poesía.

 

El amante, cuando hace largos silencios hiere.

Es larga la soledad de uno sigiloso y taciturno.

Es filosa la daga cuando ese otro, no te quiere.

Para amarte solo te agenda horario nocturno.

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Con ecos de la noche, esos sonidos se han ido.

Se aviva el llanto de Ella, buscando redención.

Nadie acude a dejar unas plegarias en su nido.

Y el mutismo, levanta arrecifes, en la aflicción.

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!Oh, mi Dios! Hoy no es dable, cruzar las aguas.

Ya los aficionados de la pasión, habitan la nada.

Pero, los fogosos cabalgan agitando las fraguas.

En el tibio furor nocturno no se salva ni el Hada.

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Ante el desliz de la pasión lujuriosa, hay silencio.

Se oyen los murmullos que, imitan al bendito rezo.

Pero, algo es muy cierto, ninguno se llama necio.

Así los amantes se reconocen, entre beso y beso.

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¡No te agites si llegas a leer, uno a uno, los silencios.

Unos son largos, otros cortos, yo, no los diferencio!