Rafael Huertes Lacalle

QUISE SER POETA

 

Quise ser un gran poeta

emulando a los más grandes,

y como una pica en Flandes

resultó poner tal meta.

Pues, mi forma era inconcreta

y los versos sin medida

que en cadencia indefinida

ni eran versos, ni era prosa,

ni escritura tan hermosa

digna de buena acogida.

 

No fui docto en la materia

pero puse la ilusión,

y con toda mi intención

escribía cosa seria.

Para algunos fue miseria

porque al ritmo hacía pellas

y mis rimas no eran bellas;

una afrenta o tropelía.

“Un montón de porquería”

siempre criticaban de ellas.

 

Así fue que tropezando

entendí que hay que leer,

para poder aprender

y con ello ir avanzando.

Me propuse ir trabajando

por no ser hazme reír

y alguien pudiera decir

que lo escrito no era canto,

sino más bien fuera espanto

de quien no sabe escribir.

Y escribí algún soneto

y rondeles al amor,

un romance a un picaflor

y a mi madre hice un cuarteto.

Yo lo juro y lo prometo

que pensé: ¡es poesía!,

un gran don que prometía

coronarme como un Dios,

mas…, solo sirvió de adiós

al sueño que poseía.

 

Por esta y otras razones

seguiré siendo un plumilla,

que escribirá su octavilla

perdido entre los rincones.

Y enredado entre canciones

y liras sin argumento

firmaré el documento

con el alias del que ayer,

queriendo, no pudo ser

Gran Poeta del momento.

 

Se acabaron los mojones…

el maltrato a la poesía,

y ese sueño que tenía

se esfumó por los balcones.

¡Me tocaron los cojones!

Pero, justo es el decir

que me gusta el escribir

y aunque suenen a chirrido

seguiré con poco ruido

escribiendo por vivir.

 

Rafael Huertes Lacalle