racsonando

¡La senda del silencio!

Camina corazón sangrando

viajero incansable del ocaso,

Su alma palpitar de días le traza lineas al poniente razo. 

Escribe primaveras lánguidas y viste trajes de inviernos ásperos,

Ojos lacerados por el viento,

piel curtida y sus penas encriptadas en panfletos,

manos temblorosas que atesoran el moho blanquecino de sus dudas. 

En su boca un cigarrillo para ahogar su álbum de recuerdos.

Viaja en comidillas de los lienzos para desmadejarle al día 

la palabra proletaria de los deudos.

Por esa senda de caminos polvorientos,

y con las mismas piedras que le arrastra el tiempo.

Por la misma senda a paso lento, con la guitarra desmayada de su pueblo,

 en tonadas bajas, diatribas silentes, 

y por la misma senda se cruzan imperceptibles las palabras, 

los cuadros, los espejos; los suspiros y lamentos.

Por esa senda donde se cuece el barro alfarero magro,

viaja el transmutado rostro del hermano.

Es un aventurero, docto o potentado;

pendeciero, crapula enamorado y hasta suicida que se bebe a tragos

el néctar amargo de sus deudos.

Por esa senda de brazos lóbregos

con ojos mustios, de fuegos fatuos, con terror y pensamientos lánguidos...

en largas y prolongadas filas  marchamos al funeral de los silencios.