Andy Mainländer

Todo lo trae ella

El día no empieza hasta que despierta;

el viento existe para sus cabellos;

Helio está para servirle,

para reflejar sus ojos bellos.

 

Que son un ocaso innombrable,

que son un pesar de lucero;

que son una noche estrellada;

el lugar del cuál soy prisionero.

 

Y no queda espacio en mí,

que soy victima de asombre;

pues hasta no salir de su boca,

no tuvo sentido mi nombre.

 

Los reflejos del arrebol debieron

ser hechos para su cara;

los atardeceres de este fugaz otoño,

que me han mostrado tu alma enamorada.

 

Que todos los besos de esta boca,

son para ese precioso rostro;

y entregaré a ella mis versos,

seré ante su ser como Ariosto.

 

Y que el poema que guardé para sus manos;

este rocío que yo sabía,

sentiría abrazado a su cuerpo;

donde felizmente moriría.