Hay momentos en la vida, instantes, segundos e incluso días; que te encuentras perdido, que lleha de la nada una opresión ahí en el pecho, ahí donde todo de ti se conecta en ese pequeño centro.
Instantes donde la vida se te hace tan larga y difícil de alcanzarla por más deprisa que vayas. Segundos en los que sientes que la vida se te va y la respiración falta y el dolor se aclara como una gran herida que sangra.
Segundos en donde las lagrimas son ese pequeño soplo de alivio, ilusión y amargura. Días en los que estas perdido, confundido; sintiéndote un pequeño instante en este enorme mundo.
Fías que tienen noches largas y peligrosas, noches que pata algunos son interminables, en donde la oscuridad quiere convertirse en nuestra propia piel.
Hay momentos en la vida que todo llega a fastidiar y lo único que quieres es gritar y encontrar paz, desahogarte y quitar todo el peso que llevas en los hombros y que muchas veces nos cuesta, y ese es el dilema; el saber por qué cuesta tanto.