Nhylath

¡El tiempo jamás roza el alma!

Recordando aquella maravillosa tarde de celebración de un año más de vida, la brisa del atardecer acariciaba mi tez, susurrándome al oído, deseando saber el tiempo transcurrido en mí; y yo, musitándole, mientras sonreía, complací su curiosidad, diciéndole:

- No tengo edad, tengo experiencia...

 

Y entre murmullos del viento escuché una voz desde la suave brisa...

\"Es cierto, tienes experiencia y no edad, por eso todavía eres útil. Aún te necesitamos en la tierra para que enseñes a tu alrededor que la vida es para vivirla plenamente, no envejeciendo el espíritu, la esencia del ser, sino alimentar y conservar la eterna juventud que florece en cada noble corazón como el tuyo\"...y la juguetona brisa seguía revoloteando sobre mi cabeza... y yo, continuaba escuchando voces en el aire:

\"El tiempo jamás roza el alma, solamente envejece el cuerpo, porque la juventud del espíritu prevalece. He aquí el secreto de la eterna juventud...mantener el espíritu sano durante los años que corresponda permanecer en esta dimensión terrenal\"...

 

¡Y de repente, el óreo desapareció entre las nubes, abriendo el espacio de la noche para darle paso a las estrellas y luceros ansiosos de comenzar su coruscente espectáculo nocturno!

 

Nhylath

(Sch.145/20)