No busqués mi mirada
-que te llegaba hasta la garganta e irritaba la prudencia-
cuando tu pasado penante quite la costra
y se consuma la nostalgia.
No me encontrarás amarrada al muelle
cuando naufraguen tus ganas.
No contarás con mi alma
para amortiguar las expectativas.
No danzará el fuego
para ablandar las heridas.
No arrasaré la paz
ni surgirá mi voz
para refugiarte del silencio.
No nacerá piel que te devuelva el sol
ni manos que te abran caminos.
Si te dejás invocar
en los restos de su ritual
no detendré el caudal del tiempo
para socorrer la espera
ni habrá espera
que te salve del olvido.