carosif

Desnudez

Si tú no me escuchas
yo no puedo,
se cae la casa
sobre nuestras miradas.
La puerta se abre
y nadie duerme.
Todo el vacío se va.
Allá, en la ciudad callan
los que no tienen palabras
y las calles no esperan
que ronden las prisas.
La noche tiene impaciencia
por ver de nuevo el día
y las veredas allá se alejan,
desnudas de pies,
sobre los hombros, con alas,
como pesadas penas.
El aire tiene un silencio
que se pierde en la noche.
En medio del bullicio
de los que vienen y van,
hay una ventana cerrada,
entre dos miradas que callan.