jvnavarro

VASO DE AROMAS ROTO

 No todo es tan cierto,
las aves del paraíso,
no besan los labios de los muertos,
quizás fue solo eso,
un ligero esbozo
de  un verso,
en el que los poetas de los viejos tiempos
explicaban todo lo que tenía que ver 
con la mitología sagrada
de los poemas que acompañan 
a las almas que vagan
por los desiertos de estrellas
de los camposantos de los pueblos.
 
Y estamos en esas fechas 
en que cada verso
es una lagrima de sangre,
es un vaso de aromas roto,
es  un deseo que no cumplido
veremos
por los tiempos de los tiempos,
en los ojos cavernosos
de los inteligentes cuervos,
allí donde se esconde 
el último de los secretos.
 
La luz no trasmite más deseos
que aquellos 
que yacen en el interior
de barriles en que se hace el whisky viejo.
 
Una alondra pasa, veloz,
alguien dijo que,
surca nubes de cristal 
en busca de su reflejo,
en su alma de ave lleva
los aromas de viejos cuentos,
 
y bebemos
antes de que la inspiración acabe con estos versos.
 
Tres estrofas me dice que quedan,
 la voz que me habla
y van surgiendo pues los versos.
 
Aquí esta el silencio revestido
de granos de trigo,
quieto solo espera 
su hogaza de pan
con que celebrar un encuentro,
el de la vida y el de la muerte,
nosotros y ellos,
aquí presumiendo 
de lo que no somos,
sin saber que seremos.
 
Un trozo de hielo
no es suficiente para congelar un amor
que vive a su modo comiendo
del pan hecho con trigo,
de los sentimientos
de quien se hace factible a sus deseos.
 
No me olvido del odio
lo veo,
no lo toco, 
lo siento,
es un caballo blanco
que siempre va corriendo,
con las clines al aire,
sus herraduras dejan sobre el suelo
trozos de batallas, montones de muertos,
muñidos y huérfanos, padres sin hijos
e infiernos llenos
de seres que nacieron 
para calentarse en las calderas de Pedro Botero.
 
Por fin en este antepenúltimo verso
el diablo toma cuerpo.