Ronald Solano J

Realidad

Llegados los inevitables 41 años  

y muchas tardes lejos de mis amigos de letras hay una ausencia que me tortura,  

el no tener un solo escrito de calidad que compartir,  

a pesar de que las jornadas se me han juntado por montones he perdido 12 kilos y lucho con mi tabaquismo...  

desearía que mis letras fuesen mejor que las prostitutas que me vendía su compañía en las tardes de locura juvenil

pero no hay dinero que compre un rato de inspiración... 

Mientras lucho con maldita pirámide invertida que se cuela entre mi falta de inspiración y mi buen recuerdo de mis tardes juveniles, soy el más viejo de mi clase en una universidad donde desencajo por ser policía y en la mayoría de las ocasiones más longevo que mis profesores. 

Mi rodilla izquierda me duele más que la derecha y esa no me la quebré, me rasuro la barba todos los días para que no se me noten las interminables canas que me sales recordándome que los años maravillosos quedaron atrás y mi crisis de la mediana edad me acompaña de un desconsuelo económico para no hablar de mi alopecia.  

Por otro lado, echo un vistazo a mis más amados poemas, son el recuerdo más afable del porqué estoy escribiendo esto, mientras la remembranza de mi musa se dibuja entre las tardes llenas de quimeras y todos los lugares comunes que se burlan de mis intentos por ser un escritor, mientras el cianuro social quema lentamente mis venas. 

Parece que la lejanía hizo lo suyo, se llevó la brisa de mis mejores momentos en el remanso cargado de ilusiones que muchos llaman vida observando como corren de mis dedos no palabras, sencillamente la triste agonía.