José Domingo

Suelen

Suelen pasar y no miran
a lo largo del sueño.
Cuando suenan los acordes
con semblante de estruendo
ellos persiguen los pasos
de los hijos del fuego
que borbotea la estrella
de contornos de acero.
Abren ojos encendidos,
los cierran un momento
y el sonido les deslumbra
el borde del sombrero.
Si desde fuera parecen
perfectos extranjeros,
desde dentro policías
con patas de conejo.

Dicen vivir y no viven,
no saben que murieron.
Siempre piden permiso antes
si salen de paseo
por el mundo iluminado,
sombras son de un recuerdo
que regresó del olvido
fantasmas con chaleco
que dan sentido a la noche.