Felicio Flores

Tú también la amarías

(...) tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
¡tú también la amarías, si pudieras ser hombre!
—José Ángel Buesa.

Perdón, señor, perdón:
fue un pecado quererla,
aún siendo de otro hombre,
y haberla tenido sin tenerla
por una noche de pasión.

¿Cómo pude amar así?
Como si el pecho no bastara
para contener al amor
y se tuviera que abrir
como se abre una flor.

Aunque fuera clandestino,
así lo quisimos los dos,
y ahora restan cenizas
de lo que el fuego consumió.

Aquí y ahora, de rodillas,
le reitero mi perdón,
aunque no alcance la vida
para olvidar lo que sucedió.

Si nos volvemos a cruzar,
no me sigas, por favor,
o no habrá perdón divino
que tolere otra traición.

—Felicio Flores.