Luis 091

El juego

Debía ser así,

ya no quedaba otra.

Y es que llegar hasta el fondo de algo
siempre exige contemplar
la posibilidad de morir en el proceso.

Hoy la playa se viste de tonalidad oro.

El tiempo también se viste de tonalidad oro.

Mis abuelos, mis padres, mis hermanos, ella,
mis animales, mis antiguas novias,
mis colegas de trabajo y del bar,
(hasta aquel buen y entrañable médico de urgencias
y el viejo conserje del edificio)
Todos estaban conmigo en esa playa.

Me miro
en el espejo de un baño del chiringuito (con aspecto de nube
en descomposición),
y no soy el yo de últimamente.

Pienso que a lo mejor unas cervezas me ayudarán
a reconocer mi cara última.

Pero no.
Ahora sé que ese últimamente en realidad no era todo mi yo.

Vuelvo a la arena. Mi padre me dice:
__ ¿Jugamos otra partida?

El cielo cambia de color (a un violeta muy acorde con mi gusto)
El agua y las olas se contagian del mismo color.

Naves imposibles llenan el cielo,
vuelan y brillan entre las gaviotas;
(la psicotrópica brisa trae una extraña aunque bonita versión
del \"Knockin\' on Heaven\'s Door\" en modo Surround)

__ Vale, papá, juguemos...

__ Ok, pero ahora yo elijo sueño.
Vamos chaval, tú eliges mundo.


__ Después elijo yo __ dice Marisa __
mientras su cara comienza a adquirir
una textura animal y escamosa, pero aún así amable
(como de digna mascota reptiliana)