Miguel Ángel Miguélez

Otoñal

 

 

 

 

 

Me sabes a otoño.

A la húmeda virginidad de los frutales después de la cosecha,

antes de que la hojarasca los desnude sobre el suelo

y mueran otra vez bajo el beso de la luz, en la espera evanescente de ese sueño recurrente que es la vida al fin y al cabo.

 

Me sabes a otoño.

Al viento que curiosea aquí y allá,  danzante por las lomas y los valles, peinando y despeinando hierbas y recuerdos al azar, mientras el cielo guarda silencioso sus secretos.

 

Al humo del hogar, que se enciende de nuevo y que, lentamente, se va y se mezcla con el tiempo, dejándonos su aroma grabado a fuego en la memoria.

 

Me sabes a otoño,

a noches de brasero,

a tierra removida,

al rumor del aguacero,

al calor de una sonrisa,

al tacto de lo incierto,

a la mirada más sencilla,

a todo cuanto quiero.