Luis 091

Antártida

Camino por la Antártida.
El sol -color yema de huevo radioactivo-
amarillea la senda de hielo,
una estalactita adorna mi nariz.
Al fondo un horizonte tan minimalista
y bello como falso.

Falso como el dios tántrico del desierto
o la filantropía del soviético Marte
las noches de insomnio.
Falso como Pretty Woman, el Yeti,
el ecologismo de gatillo, el bitcoin o las banderas,
... como la moral inescrutable
de la grey de Trump.

Falso como el pato Donald, el Ratoncito Pérez,
el \"Liberté, égalité, fraternité\",
el euribor y los Reyes Magos,
o como aquella supernovia
que me juró amor eterno
hasta aquel maldito 27 de agosto del 85
-semana después de la apoteósica
inauguración de mi primer acné-

Falso como cuando me da por escribir
poemas excesivamente líricos,
cuando mis musas desfilan ante mí
(con sonrisa angelical y sus camisetas
empapadas en lluvias de cerveza)

Falso, tan falso como el discurso
de los representantes del cielo en la Tierra,
como los bienintencionados consejos
de Fermín, ese pobre alucinado
que nos bostezaba a Kant en 2º de BUP;
como los best sellers de autoayuda
o de cómo poner el mundo a tus pies en 40 días,
y como los de todas las putas empresas de marketing
y publicidad
que, cual moscas cojoneras,
me han acompañado
sin despegarse de mí
desde que tengo uso de memoria.

Y más aún...

Falso como mis 101 mejores amigos
de trópicos, negocios y borracheras,
como el enano estafador que me vendió el Audi
con la culata de sexta mano,

o el trajeado de la agencia de viajes,
que me aseguró que en el Polo Sur
encontraría mi karma y a mi medio kiwi
vestida de esquimal, en un iglú,
amante de los osos polares y el sashimi,
y sin animadversión a compartir la vida
con un tipo que siempre desconfió
de los ambientes demasiado cálidos
y confortables.

¡Qué gilipollas...!

en la Antártida no hay osos polares.