¡Oh Padre! No sé si agradecerte o quejarme. Estamos tan encapsulados en un cuerpo asi como en un entorno. Que dentro de el podemos convertinos en angeles o demonios, con su paraiso o su infierno. Buscamos tanto el ser de nuevo aire que olvidamos fluir como el agua que para entonces nos convirtieron en tierra sana o podrida que aprende a quemarse por si sola para cuando llegue la hora del misterio.