Sergio DeBaires

Espejos

 

Se agota el sol obscuro en la vidriera
copula con su sombra un maniquí 
y me observa invisible desde allí
mi inconsciente y glabra calavera.

La tarde se congela en esa espera
que fue de ayer; es hoy; y vuelve así:
la vieja tarde la del kikiriquí
del ocaso en la cruz de la tranquera.

 

El terremoto subterráneo: el metro;
el Metrobús de la metrópoli apurada
la cola del Mac Donald\'s con sus pibes.

El ruido ciudadano tiene el cetro
su lesa partitura es la agitada
quietud de este lugar en donde vives.

¿Acaso sobrevives
residuo de un pasado donde el hombre
era algo más que un número y un nombre?