Elthan

Avaricia.

Avaricia.

 

 

Bajo la lóbrega luz temblorosa,

urracas graznan presagios siniestros.

Un espacio maldito se ensancha, sin fin,

los gritos, eco leve, apenas son restos

del ansia excesiva, nunca saciar,

ignorando su perdición sin abyectos

 

 

Las urracas, heraldos de mal augurio,

trazan círculos sobre almas perdidas.

En cada rincón, la agonía se arraiga,

se alimenta de sueños, esperanzas heridas.

Vorágine insaciable, monstruo ceniciento,

sombras etéreas, ignoto vacío destrozado.

 

 

Aunque con mayor vehemencia vociferen,

Él, absorto contempla el  brillo infame,

pasa recabando la mayor parte de vivir,

clavada la mirada maliciosa, mezquina,

en sus bienes y cuanto más ha de reunir.

Reflexiona en aquel que hundirá la garra.

 

 

Ser oportunista, vil, sin alma, ni piedad,

espectro acechante en la penumbra.

Sus bienes cadenas de oro, esclavitud encubierta,

donde miseria voraz y enloquecida, desploma.

Siembra malevolencia, y el alma desgasta

anhelos oscuros en un festín de lujuria,

 

 

Petulante babea ante tesoros mal habidos,

dinero, propiedades, fortunas para riquezas.

De tal placer, obtiene sus mejores orgasmos,

si bien fugases, pues quiere obtener más.

Colma un agujero sin límites,

buscando dicha, satisfacer tal necesidad.

 

 

Es tal el ímpetu, que una pérdida de posesiones,

la inestabilidad le acecha sin cesar,

por ende, necesita abundancias infinitas,

vigoroso y enérgico en insaciable necesidad.

Las urracas, antiguas camaradas,

le revolotean  en círculos, hasta la saciedad

 

 

Al unísono proclaman una verdad sombría,

“Hasta cuando se tiene en abundancia,

el buen vivir no resulta de las cosas que posees”.

Insensible, inescrupuloso les cae encima,

soberbio se limpia el culo con tal declaración,

y con los huesos afila los colmillos.

 

 

Chacal calculador, sangre de oro en las venas,

sin remordimientos, yugular atrapa.

Devora moralidad, honestidad, generosidad,

brutal se ensaña, sediento de riquezas

con deleite clava sus afilados dientes,

devora sin hartarse, observa receloso el lugar.

 

 

Sus ojos destilan ponzoña envenenada,

entierra zarpas en corderos, ávido de poder,

envidia y codicia, corruptas toneladas,

deja rastro implacable, deseo sin comprender.

un abismo oscuro, acumulaciones desproporcionadas

su fortuna crece y su espíritu empequeñece en desdén.

 

 

La risa malévola, retumba de opulencia,

explota al débil, esclaviza sin piedad,

lujuria voraz, excesos en demencia,

guardando oro, en cruenta maldad.

Famélico chacal, desprecio en la mirada,

ansia  corroe, en sangre adinerada.

 

 

En cimas doradas, desprecia la miseria,

sus botas afanosas aplastan la igualdad,

cual parásito, devora la materia,

empalmando ambiciones, tejido de maldad.

Un rastro de devastación, tras su estela marchita,

la avaricia devora alma y esperanza infinita.

 

 

¡ Oh, qué malévola avaricia desbordante,

mientras la muerte ronda, sin piedad, frío.

Qué contaminación, su falta de cordura brillante !

 ¿ Cuán corrupto es el  corazón sombrío ?

Si se aferra en fango a su precioso diamante,

y se hunde egoísta en su propia sepultura.

 

 

 

 

Elthan