RICARDO V

No me llames viejo

¿Cuánto bueno has aportado

en tu corto devaneo

por la vida que te han dado?

¿Quién eres tú jovenzuelo?

Por tener todo en tu mano

presumes de ser despierto

sin haber aún comenzado

tu aventura en el sendero

que te lleva con los años

al lugar donde me encuentro.

En esta vida teatro,

por mayor, soy el maestro,

me enorgullece el pasado

y me resbala el desprecio;

más por ello

llámame experimentado,

pero no me llames viejo.

 

Charlemos pues transparentes,

parémonos un momento

cara a cara, mente a mente,

sin la medición del tiempo

que te vuelve un insolente.

Quiero oír tus fundamentos

para seguir la corriente

de aquellos que en pensamiento

presumen de inteligentes

equivocando el respeto

con debilidad latente.

Yo no te juzgo incompleto,

aunque las pruebas te exceden,

sólo camino más lento;

más por ello,

llámame pues mal paciente

pero no me llames viejo.

 

Con escape decidido

te separas bien resuelto

de los que mucho han vivido

y te disfrazan de inquieto.

Tu juventud hace añicos

a las virtudes de aquellos

que llevan de peregrinos

toda una vida en cortejo

allanándote el camino

para que tú llegues lejos.

Escucha mi buen amigo,

mírame que soy abuelo,

no me lleves al olvido

sino aléjame del miedo;

más por ello,

llámame por mi apellido

pero no me llames viejo.