Vanessa Mónico

Santo Tomás #1120

Quisiera conciliar el sueño. Mis perros duermen desparramados al lado de la cama, roncan plenamente, me molesta que Jamal prefiera dormir del lado de Jorge, es mi perro y siento algo de deslealtad, mis sábanas están limpias, el hombre que amo me abraza dulcemente como todas las noches. Afuera en el balcón la enredadera que plante en la maceta rectangular comienza a tapar la ventana de la planta baja, lo planifícanos desde que nos mudamos en marzo del año pasado; hacía el calor más infernal de todos y la ubicación de la casa jamás fue planificada, solo nos mudamos como dos adolescentes enamorados para iniciar de nuevo, sudábamos y reíamos desnudos por la casa, con verdadera desesperación y un dolor de cabeza que llegaba justo a las 5:00 pm cuando el sol daba de lleno en la puerta de cristal, este año espero que la hiedra impida el paso firme de marzo aislando la primavera de nuestro paraíso, gracias a la propagación de una planta llena de fe.  Como cualquier niña tapada hasta arriba, pero mi corazón adulto, pienso en el mañana, en el futuro, en la muerte, Me hago bolita, espero a que se entibien mis pies con su cuerpo.

No puedo dormir. Así que planeo el día siguiente:  Pisaré el suelo de enero en la mañana para abrir el balcón. Cuando huela mi rosal huirá el ave que acecha las flores; tratare de ocultarme del mundo.