Escribí este poema
a la medida de tu ausencia:
inabarcable para un adiós.
Tan diminuta era la espina que cabía en tu palabra
y tan grande fue el dolor
que el olvido desistió.
Tantas noches
abracé las tempestades
desatadas por tu amor mal curado
y,
enferma de esperanza,
mantuve con vida tu regreso.
Con los pulmones llenos de ceniza,
avivando los recuerdos,
ardiendo soledad.
Estoy de nuevo,
acá,
esperando que preguntes por mí,
con el puente
de puntos suspensivos
que nunca cruzaste
y la quemadura del \"perdón\"
que apagaste en mi frente,
aunque no hayas preguntado por mí.
Voy a quedarme
un poco, acá.
Hasta el final.