Mis versos son pinceles que en lienzo blanco pintan,
una noche surrealista, en la que los sueños tientan.
Deseo que la lejanía me traiga su susurro,
mientras desde un puente, se escucha un lamento oscuro.
Detrás de la sonrisa de la Mona Lisa, se oculta un secreto,
un enigma en su mirada, un misterio perfecto.
Así, en mi poesía, tras las palabras que riman,
hay un rincón de tristeza, donde las sombras se animan.
Como Dalí, mis versos son relojes derretidos,
en un paisaje onírico, donde los sentidos son perdidos.
Y como Van Gogh, pinto mis noches estrelladas,
donde la luz de las estrellas en mi alma queda grabada.
En cada verso, como Picasso, rompo las formas conocidas,
creando nuevas perspectivas, en las mentes dormidas.
Y como Frida, en mis palabras, expongo mis heridas,
mostrando el dolor y la pasión en cada de mis vidas.