Gustavo Echegaray

HUARANGO

Huarango
tronco de piedra
que rompes el desierto,
catedral de la sed.

Me acerco a tu corteza
y escucho el latido
del corazón del tiempo,
la voz de la arena
contando su historia
con palabras austeras
que  se dicen en voz baja.

Madero invencible,
carbón de siglos
ardiendo en el abismo,
eres patria,
eres ceniza que nunca se apaga,
la boca que no calla,
refugio del pájaro sin nido.

Bajo tu sombra
duermen los siglos,
y la muerte se detiene a mirarte.
Padre de lo seco,
rey de la aridez y la penumbra,
quien te mira no olvida la sed,
quien te toca no olvida la eternidad.