Carlos Andrey Vargas Araya

Aceptación

Contemplando mi propia negación y cada ideal que he plantado como batuta de perfección,  me ha quedado la aceptación de la vida tal y como es. 

 

 

Acepté que mientras existan humanos en este planeta, cada uno de nuestros vicios y grandezas estarán presentes entre nosotros. Las injusticias no se erradicarán, la violencia estará siempre presente junto al amor, una para oscurecer la vida y la otra para darnos esperanza.

 

 

No, ya no negaré la realidad, viviré con mis sentidos despiertos para comprender  la vida,  una mezcla agridulce de momentos efímeros de amor, y de los efímeros pero eternos conflictos inherentes al ser humano.

 

 

 Desde la fundación de Roma y la leyenda de Rómulo y Remo, el derecho existe para ser roto y las injusticias van a cometerse mientras exista humanidad. Al final, la injusticia es lo que da vida al derecho, porque debe ser reestablecido eternamente.

 

 

Aquí estamos, miles de años después, transgrediendo el derecho, como lo hicieron los antepasados, nuestras guerras modernas y con armas más poderosas, con soldados en el frente de batalla, con la esperanza de vida de 3 días. Así también lo harán nuestros descendientes. 

 

 

Aceptación, tal y como la naturaleza de la obscuridad y la luz, no existen una sin la otra. Como humanos, nos queda contemplar en silencio, como nos destruímos y como nos amamos. Tan terrible y tan hermoso al mismo tiempo. Como la madre que no puede evitarle el dolor  a su hijo, a pesar de tanto amor, tendrá que sufrir por si mismo. 

 

La mano generosa que abraza para amar y la que dispara el gatillo para matar, hay  más de una que de la otra. ¿Cómo castigar al asesino cuando lo condenamos a muerte?. No hay cura ni enseñanza  para quienes perdieron el amor y la empatía. Una vez que prueban la sangre, sentirán sed de ella por siempre.

 

No hay héroes como Goku o Superman que se puedan cargar al mundo en sus hombros, para que la humanidad sea bondad y al final el bueno asesinaría al villano por estado de necesidad.

 

 

Hoy me desprendo de todos los ideales de perfección que opacan mi realidad para aceptar la vida tal y como es.  No, no puedes inclinar la balanza. Como individuos, sólo nos queda escoger ser amor o ser maldad. Somos capaces de ambas cosas.