Yosiel Córdova

Las astronomía de su ser: un universo en ella.

Ella, mi musa radiante, es un reflejo resplandeciente de la vastedad cósmica. Su esencia ilumina mi existencia como si fuese un cielo estrellado en plena noche. Cada mirada en sus ojos despierta en mí la misma fascinación que se siente al contemplar el universo en toda su grandeza.

 

En su ser habita la belleza y el misterio de un millar de constelaciones, cada una con sus historias entrelazadas y secretos ocultos. Sus palabras son versos celestiales que atraviesan mi alma, y su risa resuena como el eco de estrellas fugaces danzando en lo más profundo del universo.

 

Su presencia, como un cometa en su trayectoria, deja una estela de admiración a su paso. Sus gestos, sutiles como el parpadeo de una estrella lejana, encienden en mí un fervor incontenible. Y cuando me pierdo en su abrazo, me siento envuelto por la calidez de una galaxia entera, llena de vida y energía.

 

Aquellos que no son capaces de apreciar la magnitud de su esencia, de perderse en la contemplación de su ser, no pueden comprender el don celestial que poseo en su compañía. Pues ella es una sinfonía cósmica, una amalgama de estrellas que destellan en perfecta armonía.

 

Así como el universo es infinito en su grandeza, ella es un universo en sí misma. Cada faceta, cada detalle, revela una nueva galaxia por descubrir. Y en ese vasto cosmos que es ella, me sumerjo con avidez, desafiando los límites de lo conocido, fascinado por el inmenso tesoro que he encontrado en su ser.

 

Que aquellos que no sean capaces de contar las estrellas en el firmamento de su existencia se pierdan en la insignificancia de lo superficial, incapaces de comprender la grandeza que se encuentra a su alcance. Pero yo, privilegiado astrónomo de su esencia, me dedico a explorar cada rincón de su universo interior, maravillado por cada constelación que emana de su ser.