El destino quería que leyera Bécquer,
que me estimule las bellas artes,
que piense como encontré este libro tirado cerca de los sucios canales.
Es que rescatado es el mismo,
o fue un rescate hacia mí mismo,
porque encontrar un libro,
liberó la editorial de mi retorcida y atrevida alma.
Nada es casualidad,
las caminatas ejercidas,
el pensamiento que en escalera cae
o mejor dicho, suben por peldaños de mi fe en rimas creciendo.
Rescatado del infierno de mis males,
las oscuridades de mi vida que dibujan tal sonrisa,
y purgan mis armas,
y elevan mi armadura.
Rescatado de los ruines
retomando los senderos de las vías,
empleando códigos de mi alma,
para perpetuarme en la memoria de pocos,
o quizás en la de nadie,
sin embargo, sin letargo acontecido
prendido en el foco del viaje,
de haber dejado el mensaje.
Una cuota de las piedras que patie,
las hojas que coleccione,
las tormentas que pase,
los colores que disfrute...
Una cuota de las piedras que patie,
las hojas que coleccione,
las tormentas que pase,
los colores que disfrute.
*Referencia: Entre caminatas exhaustivas por los últimos caminos llegados al campo, se topa con canales. En ellas junto con mi tío con quién emprendí tal viaje a pulmón, nos encontramos que habían tirado carpetas y un libro. Tal libro de Bécquer llamado \"Rimas\". Lo tome como la justa necesidad de la causalidad. No de las casualidades. Ya que me encontraba hace mucho tiempo alejado de las escrituras y tome ese momento como una vuelta perfecta al maravilloso ruedo.