Jose Antonio Orellana

La lengua promete pero el corazón no

Dime, si alguna vez tu corazón latió;

si la sangre en tus venas ardía como

un caudal desbordado de pasión;

y era justo ese calor

el que nos mantenía vivos.

 

Dime, si en las mañanas al despertar

tu cuarto es una especie de Antártida

porque yo ya no estoy ahí,

para envolverte en mis brazos

y calmar tu tempestad.

¿Acaso no se estremecen nuestros cuerpos?

cuando caídos en la infinitud de la noche

solo nos acompañan las heridas

mientras padecemos en solitario...

¡con todo lo que fuimos!

 

¿Acaso no nos evadimos de la realidad?

porque en vez de perpetuar el instante

elegimos apresar el dolor causado

por convertir los besos en flechas...

¡cómo nos despedazamos!

 

Y ahora sé que fueron aquellas palabras,

que de tus labios nunca escaparon,

las que me enseñaron una lección:

que la lengua promete,

pero el corazón no.