Elthan

Eclesiastés, El Predicador, Qohéleth

 

Eclesiastés, El Predicador, Qohéleth

 

En un mundo de vanidades y sin fin,

donde la labor humana parece en vano,

el sol asciende y luego se sumerge,

ciclos eternos, sin cesar en este plano.

 

Las generaciones vienen y se van,

la tierra constante mientras todo fluye,

los ríos corren hacia el abrazo del mar,

sin hincharse, un periodo que nunca concluye.

 

En juventud dorada, antes que el ocaso,

los años malos vengan, y el sol se desvanezca,

recordemos que el tiempo es como un paso,

la vida efímera, su luz pronto palidezca.

 

El sabio y el necio, diferencias en mente,

pero ambos encuentran su destino en la noche,

sabiduría brilla, un faro en la conciencia,

pero aun así, la muerte cual ocaso sigue.

 

En la búsqueda de placer y riqueza,

embarcarse en un viaje sin fin,

para encontrar vacío y poca certeza,

la satisfacción esquiva, sin un confín.

 

Teme al Creador, y a Sus mandamientos obedece,

en esta vida transitoria, propósito y guía hallarás,

Dios juzgará cada acto, el bien y el desmerece,

en el juicio final, nuestras acciones pesarán.

 

La mano de Dios, sabiduría y gozo,

A quienes agrada, bendiciones concede,

la vida y su afán, un dilema hermoso,

mas en lo divino, el corazón se queda.

 

El trabajo, el tesoro, la acumulación,

en manos de otros, quedará al final,

la muerte llega, no hay evasión,

los logros terrenales pierden su ideal.

 

Así reflexiona el corazón sabio,

en Eclesiastés, un río de pensamiento,

vanidades y ciclos, un mundo suave,

la búsqueda de significado es el centro.

 

Bajo el cielo, todo tiene su hora,

nacer y morir, la vida despliega su aurora.

Plantar y arrancar, etapas que se entrelazan,

tiempo de curar heridas, tiempo de risas que abrazan.

 

Destruir y edificar, en un constante fluir,

llorar y reír, en un eterno ir y venir.

Tiempo de abrazar, y también de alejarse,

agenciar y perder, en la vida que avanza sin cesar.

 

Rupturas y costuras, momentos de hablar y callar,

Tiempo de amar y aborrecer, duplicidad afrontar.

Guerra y paz, dos caras de un mismo ser,

Un ciclo incesante, difícil de prever.

 

En el trabajo humano, una búsqueda de sentido,

la vanidad en la riqueza, el deseo compartido.

Dios observa la obra, desde lo alto soberano,

el ser humano se esfuerza, buscando un destino llano.

 

En el vaivén de la vida, sabiduría brilla como sol,

mas la necedad se oculta en sombras de confusión.

El sabio observa con ojos claros y conoce el faro,

mientras el necio se pierde en su propia ilusión.

 

Opresión y justicia, una realidad en la vida,

el tiempo fluye, como un río que se desliza.

La promesa a Dios, un compromiso que hacer,

cuidado con las palabras, su peso y su poder.

 

En el paso del tiempo, la vida se va formando,

ecos de eternidad en un mundo en constante cambio.

La compañía es valiosa, en unión se halla fortaleza,

y en medio de la incertidumbre, buscamos nuestra certeza.

 

La muerte aguarda, con su misterio y su calma,

la vida breve, en la mano de un destino que nos llama.

En cada experiencia, en cada ciclo que se alza,

encontramos el propósito, en medio del baile de la vida.

 

En el devenir de días y noches,

la vanagloria se alza como sombra.

Buscar la sapiencia, es luz que guía,

en este mundo efímero y perecedero.

 

En el abrazo de la vida y la muerte, reflejo eterno,

la sabiduría brilla, una luz en medio del invierno.

La necedad yace en la sombra, perdida en su camino,

mientras el sabio haya sentido, en su luz divina.

 

La muerte y el nacimiento entrelazados,

meditación profunda sobre vida y fin.

Moderación en el andar es consejo,

templanza, virtud que al alma da paz.

 

En los rostros de sabios y necios,

se refleja la alegría y el enojo.

Justicia y rectitud son luceros,

guiando la senda en este vasto mar.

 

La relación con lo divino, el temor,

se alza como guía en el camino.

El tiempo, juicio entrelazan sus manos,

misterios que solo Dios puede revelar.

 

Las comparaciones contrastantes revelan,

verdades que el corazón humano anhela.

Crítica constructiva, un tesoro escondido,

que en el alma el crecimiento deja.

 

La mujer enredos y lazos teje,

reflexiones de épocas pasadas.

Amar y temer a Dios, sabiduría,

en este mundo fugaz y veloz.

 

La vida, un balance entre bien y mal,

desafíos que enfrentamos sin cesar.

La sabiduría como fanal y guía,

encontrando propósito en este caminar.

 

En la sociedad, misterios se esconden,

donde justos sufren y los impíos prosperan.

Las obras de Dios desafían la comprensión,

en esta vida perecedera, un eterno examen.

 

En el horizonte incierto del mañana,

la incertidumbre titubea sin cesar.

Decisiones forjadas en la fragilidad humana,

en un futuro que no podemos anticipar.

 

En los versos antiguos de Eclesiastés hallamos,

deliberaciones profundas, discernimientos que nos atrapan.

La muerte acecha a todos, justos e impíos sin excepción,

un recordatorio de nuestra frágil condición.

 

La búsqueda del sentido, un propósito en la vida,

en medio de la incertidumbre, la búsqueda está tejida.

La sabiduría resplandece, como joya en la oscuridad,

las palabras del sabio, una guía en la tempestad.

 

 

En el juicio divino, obras serán pesadas,

todo acto oculto y manifiesto será examinado,

la jactancia y la verdad se mostrarán sin velo,

en la balanza divina, el destino será trazado.

 

La vida es un torbellino, un camino sinuoso,

como el viento en movimiento, un destino misterioso.

El juicio divino se avecina, ninguna acción quedará en el olvido,

las obras ocultas y manifiestas, serán juzgadas con cuidado y sentido.

 

Disfrutar de la vida es un consejo que resuena,

en los días de juventud y las horas que nos quedan.

Pero no olvidemos el temor a Dios, la esencia de la moral,

su voluntad y sus mandamientos, guían nuestro portal.

 

El ciclo de la vida, el paso del tiempo,

en las palabras del Eclesiastés, encontramos un cimiento.

Reflexiones que perduran, como eco en el viento,

una búsqueda de significado en cada momento.

 

Así en versos antiguos, la sabiduría se entrelaza,

en Eclesiastés encontramos una enseñanza que abraza.

La vida, la muerte, la moral y el temor,

en cada palabra hallamos un profundo valor.

 

Elthan.