Lucy Quaglia

Tormenta

La tormenta acá llegaba
vestida con mucha pompa,
con relámpagos y truenos
seguidos de hielo fino,
de nieve, de algún granizo
sobre el suelo duro, helado,
que traiciona el pavimento
y hace que los coches corran
sin control de movimiento.
La tormenta trajo nieve,
trajo miedo con escarcha,
se llevó mi compañía,
mi calor con la inocencia
de alguna nube bajona
que arrasaba sin clemencia.
La tormenta atormentaba,
dejando todo brillante
del cristal en las ramitas,
en las hojas, en las plantas 
sin parar ni al mediodía.
¡Ay! que me caigo de sueño,
¡ay! que mi alma palpita,
¡ay! que te quiero de veras
por siempre mientras espero
que alguna vez amanezca.