Rafael Parra Barrios

Puerta del Sol amado

 

Puerta del Sol amado

 

En la Puerta del Sol,

trozo de patria gentil

del ole español,

bebí tu vino sutil.

En pleno centro

de Madrid,

el regazo del amor,

se hizo sentir.

A inciertos momentos

le dimos el matiz

de la brisa del portento,

siempre tras de ti.

Esa noche sombría

no avizoraba esperanza

ni vivir lo que viví,

más, olía a aurora,

en su elixir

de halos y aromas.

El enfado y la gallardía

de mi dama sigilosa,

en el lecho seguía,       

destellando hidalguía.

Sentía su pasión,

al enamorarla,

recibiendo mi clamor,

y yo, su vertical ilusión.

De tanto acariciarla

pude hacerla mía,

verso a verso,

ella, desvestida poesía.

Yacidos en el lecho,

líricos y épicos,

domeñé su cuerpo,

sus exóticas liras.                 

Guapa y taciturna,

ardiente y esbelta,

su febril cuerpo,

quemaba mis entrañas  

y sentía su alma

a la sazón de la mía.

Ella vibraba y emanaba

gemidos y sumisión,

y yo germinaba

en la habitación.

Ya en el conticinio,

ella sonreía,

y en el alba de la ciudad,

ante la rítmica albricia

de una noche sensual,

la urbe de Dulcinea,

hizo del amor,

un cendal a tremolar