racsonando

¡Guacamayas!

¡Guacamayas!

 

Las guacamayas otean con ojos dadivosos las estelas del poniente,

mientras acicalan sus alas polvorientas y retiran el moho de las concupiscencias.

Con la maestría de sus gentiles patas hacen a un lado la hiedra venenosa de las angustias

y entre el canto y canto del último rap de moda van masticando el fango  para la sanación de las desventuras...

intentan aliviar sus dolores estomacales. 

Es tarde en el estertor de mis delirios.

El cotorreo ensordecedor parece anunciar:

\"las guacamayas son sabias y hacen su incesante repicar de campanas\".

¡Ya vienen, ya vienen, ya vienen...!

Estridente y notorio canturreo.

Ellas continúan sus rituales de guacamayas.

Las guacamayas olisquean el desaliño de los tiempos.

¡Se fueron, se fueron, se fueron...!

Canturreos, canturreos, canturreos de un atardecer.

Las guacamayas han probado  la desazón con sus bullicios

y guardarán para siempre \"en sus repiques de campanas\" el silencio de las mismas palabras.

Solo, y en el soliloquio de mis delirios, me pregunto...

¿las guacamayas revelarán alguna vez el secreto de sus voces?

 

                                                         Racsonando ando