elisain maldonado

EL ARTE DE AMAR EN LA VEJEZ

La vejez unió nuestros cuerpos como fiel artesano,

dos almas que han vivido, que han visto el tiempo pasar.

En cada arruga y cicatriz se esconde nuestra historia,

una pasión que se ha mantenido, a pesar de los años transitar.

 

Nuestros cuerpos, ya marcados por el paso del tiempo,

se abrazan con ternura y una complicidad profunda.

Las manos arrugadas exploran cada rincón de la piel,

donde el deseo resurge, como una llama que nunca se extingue.

 

En cada roce, se siente el recuerdo de nuestra juventud,

cuando éramos fogosos amantes, llenos de vitalidad.

Pero ahora, en esta etapa de la vida, nos redescubrimos,

encontrando la belleza en cada línea que nos ha dejado la edad.

 

La lentitud de los movimientos se vuelve nuestra danza,

donde el placer se disfruta con calma y paciencia.

Cada caricia se convierte en un poema de amor,

que solo nosotros dos, en nuestra complicidad, entendemos.

 

Las historias compartidas se reflejan en nuestros cuerpos,

testigos de una vida llena de experiencias y enseñanzas.

Y en cada encuentro, nos recordamos el valor del amor,

la importancia de cuidarnos y amarnos en todas las estaciones.

 

La vejez ha unido nuestros cuerpos en una sinfonía,

donde la pasión se mezcla con la sabiduría de los años.

Somos dos almas envejecidas, pero llenas de amor,

forjando una conexión profunda que trasciende los daños.

 

Que la vejez sea nuestra etapa más dulce y gratificante,

donde la complicidad y el respeto sean nuestro abrigo.

Uniendo nuestros cuerpos con la fuerza de un legado,

una historia de amor que ha resistido el paso del tiempo, amigo.

 

En cada arruga y cada cana, se encuentra la belleza,

la unión de dos almas que han sabido amar en plenitud.

La vejez nos ha convertido en un poema de vida,

donde nuestros cuerpos se entrelazan con gratitud.