MI MONA LISA.
Princesa, mírame, mírame bien,
sé que no soy un hombre musculoso,
ni tengo dinero como un mafioso,
pero te juro: mi corazón no es espinoso.
Mi mona lisa no me avergüenza hablar contigo.
Eres más interesante que ver un partido
de fútbol — lo digo sin tapujo —
Tú, sinceramente… me gustas mucho.
Perdóname hermosa,
pero estos sentimientos por ti
crecen como un bambú,
por tus besos aprendo hasta kung-fu.
Eres tierna como una abejita,
y no me da miedo confesarte, bonita,
que eres irresistible… como una pizza.
Te quiero, te quiero, te quiero.
Acéptame como tu caballero.
confía, que no soy un mujeriego
porque tú me haces volar como Chimuelo.